Enero de 2017, el Tribunal Constitucional alemán rechaza ilegalizar el Partido Nacional Democrático de Alemania, el NPD. La principal formación neonazi del país germano evita así la solicitud de ilegalización impulsada en 2012 por el Bundesrat, la cámara alta y de representación de los estados federados. Por segunda vez desde 2003, el NPD consigue mantenerse en la legalidad, pese a que persigue “objetivos anticonstitucionales”, con un idea política “que desprecia la dignidad humana y es incompatible con los principios democráticos”, según el presidente del TC germano, Andreas Vosskuhle.
Y todo, porque desde el órgano constitucional consideran que los herederos
del nacional-socialismo se encuentran muy lejos de conseguir sus objetivos, ya
sea por su poco arraigo en el conjunto de los alemanes o por su imposibilidad
de llegar al poder a través de coaliciones electorales. Pero desde los órganos
judiciales alemanes lo tienen claro, su objetivo no es otro que instaurar un
estado autoritario orientado hacia una comunidad “étnicamente definida”.
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