Die Linke ¿clave para acabar con la Gran Coalición?



A pesar de que todas las encuestas auguran que perderá la tercera posición en el Bundestag en favor de Alternativa para Alemania, Die Linke puede convertirse en las próximas elecciones al parlamento germano en la llave que acabe con la Große Koalition o Gran Coalición.  Y todo con un porcentaje de voto que podría rondar entre el 7 y el 9% de los sufragios totales, es decir, unos resultados muy semejantes a los que cosechó en los pasados comicios de 2013, cuando alcanzó un más que digno 8,6% de los votos emitidos.  

¿Cómo es posible que, Die Linke, pese a que previsiblemente va a obtener unos resultados prácticamente calcados a los de hace cuatro años, vaya a poder jugar este  un papel tan determinante? Pues todo se debe a si las matemáticas juegan o no favor de la conformación de una coalición Roja-Roja-Verde (Rot-Rot-Grün), que estaría conformada por los socialdemócratas de Martin Schulz, la propia Die Linke y Los Verdes.

Para que se llegue a este escenario, por un lado, los socialdemócratas del SPD deberían conseguir un porcentaje de voto cercano al de la CDU-CSU, que le diera legitimidad para explorar esta vía en torno al 30%. Por su parte, Die Linke tendría que mantener los votos de 2013 o ampliarlos hasta el 10%. Una vez que estos dos elementos jugaran a favor, Los Verdes se verían forzados a apoyar la coalición ya que Merkel tendría difícil articular una mayoría para hacerse con la cancillería.   

La idea está en la cabeza de sus protagonistas aunque ninguno de ellos quiere hablar sobre este acuerdo post-electoral. La fórmula, que cuenta por lo general con el visto bueno en el SPD y en Die Linke, y que genera más suspicacias entre parte de los dirigentes de Los Verdes, ya se da a nivel regional y local. Por ejemplo, en Turingia donde Die Linke gobierna desde 2014 o en la capital Berlín, que cuenta con Michael Müller como alcalde.   

Con este objetivo no declarado, Die Linke va a centrarse durante los próximos meses en cuatro puntos fundamentales: 
  1. La articulación de un discurso contra AfD y la presentación de su formación como un muro contra el ascenso del populismo de derecha.
  2. La defensa de la subida del salario mínimo de los 8,84 euros a la hora actuales a 12 y establecimiento de una jornada laboral de 30 horas a la semana.
  3. El aumento del Hartz IV, el sistema de ayudas sociales para personas en riesgo de exclusión social, hasta los 1050 euros. Esta cantidad también se aplicaría a las pensiones mínimas.
  4. Medidas sobre el mercado de alquiler de vivienda que pasarían por el control del precio por metro cuadrado en grandes ciudades y la construcción de 250.000 viviendas sociales.
Con estas claves, los izquierdistas buscarán dar una sorpresa, aunque dentro de sus posibilidades. Y es que, no nos engañemos, Die Linke no va a contar con una base de apoyo amplia como Unidos Podemos en España, Syriza en Grecia o los insumisos de Jean-Luc Mélenchon en Francia. Para que ello sucediera, tendría que haber tanta polarización que Die Linke fuera la única alternativa a Alternativa para Alemania.

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