Ciudadanos y Podemos: dos válvulas de escape social


"Servís como válvula de escape" ante un estallido social. Así de claro se lo comentaba Jorge Verstrynge a Pablo Iglesias en el tercer programa de Otra vuelta de tuerka, el espacio de entrevistas presentado por el eurodiputado de Podemos y emitido por Público el pasado 20 de octubre de 2014. Siempre se ha entendido que las válvulas clásicas de escape social pasaban por la cultura, el entretenimiento y deportes de masas. Está probado que estos tres elementos han facilitado durante décadas la evasión y despolitización de amplios sectores de la población, principalmente entre las clases bajas y medias. Pero parece que este paradigma está cambiando en España, un país que desde la irrupción del 15-M ha vuelto a "repolitizarse", aunque a su manera. Muestra de ello es, por ejemplo, la gran aceptación que tiene por parte de la audiencia los programas y tertulias políticas y el continuo escrutinio al que está sometido la clase política por parte de asociaciones y medios de comunicación digitales.


Ahora son dos partidos políticos (Podemos y Ciudadanos) los que se están convirtiendo en válvulas de escape para que se mantenga medianamente la paz social. ¿Cómo es posible, más teniendo en cuenta que ambas formaciones pretenden llevar a cabo profundas reformas en el régimen del 78? La principal razón que me ayuda a entender este fenómeno son las posibilidades reales que tienen Podemos y Ciudadanos de explotar por los aires el bipartidismo conformado por PP y PSOE y convertirse en dos actores políticos relevantes, con capacidad para influir en una nueva forma de hacer política e incluso llevar a cabo reformas profundas que cambien el panorama político nacional, autonómico y local. Estas posibilidades reales de toma del poder a través de mecanismos democráticos propiciarían una desmovilización política en las calles por parte de diferentes sectores la población, que entenderían que sólo es cuestión de tiempo que las tornas cambien. 

Echemos un ojo a algunos datos. Según la Delegación del Gobierno en Madrid, el número de manifestaciones en la capital en la primera mitad del 2014 bajó en un 38 por ciento respecto al mismo periodo de 2013, situándose en 1.856 protestas. Esta cifra resulta irrisoria en comparación con los años 2011 y 2012, ejercicios en los que Madrid se convirtió en una especie de "manifestómetro", con grandes movilizaciones como la del 15-M o la marcha negra de los mineros. No creo que sea una casualidad que este descenso se produzca justamente en unos meses en los que se fraguó el fenómeno Podemos, que consiguió colocar a cinco eurodiputados en las pasadas europeas. 

Podemos decir que Podemos ha conseguido apaciguar los ánimos de muchos españoles que en los últimos años han tendido a mostrar su descontento en las calles y que ven en esta formación la solución a sus problemas. Por su parte, Ciudadanos parece haber atraído el descontento de antiguos votantes del PSOE y curiosamente también del PP, a pesar de definirse como un partido de centro-izquierda, liberal en sus postulados económicos. De esta manera, la formación naranja también juega su papel como válvula de escape entre ciudadanos que anteriormente no se manifestaban habitualmente, pero que podrían haberse radicalizado si no hubieran encontrado un partido político que recogiese sus demandas.

Algunos estarán preocupados por el ascenso de estos dos partidos. Yo no lo estaría tanto y veo positivo que Podemos y Ciudadanos estén recogiendo gran parte del descontento de muchos españoles. Las formaciones de Pablo Iglesias y Albert Rivera han evitado, por ejemplo, el ascenso de formaciones de extrema derecha como ha ocurrido en otros países europeos como Grecia, Suecia, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Suiza, Noruega, Finlandia, Hungría y Holanda. Además, también pueden introducir en un futuro no muy lejano nuevas formas de entender y llevar a la práctica la política en las instituciones del Estado, algo que podría influir en los partidos políticos "tradicionales", que necesitan un "plan Renove" para conectar mejor no sólo con sus votantes, sino con el conjunto de la ciudadanía. 

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