'Tschüss' multiculturalismo



La canciller alemana Angela Merkel ha elevado el tono en el debate sobre la integración de los inmigrantes al declarar que el intento de crear una sociedad multicultural en su país “ha fracasado”. Para la jefa del Gobierno alemán, ese enfoque ha pasado a mejor vida o, por lo menos, eso es lo que ha dado a entender en el último congreso de las juventudes del CDU celebrado en Postdam. En realidad, estas declaraciones no es que sean algo nuevo dentro de los postulados adoptados por la Unión Demócrata Cristiana, pero sí que han marcado la postura de Merkel frente a aquellos sectores de su formación que exigían posiciones más duras sobre los inmigrantes que no consiguen adaptarse.

El ejecutivo dice así adiós a hacer más esfuerzos en pro de la integración de aquellos colectivos de extranjeros que no ponen de su parte para participar activamente en la comunidad alemana. Merkel pasa así la patata caliente a los individuos inadaptados afirmando que estos deberían aprender alemán y que, consecuentemente, se les exigirá más requisitos para aprobar la escuela o entrar en el mercado laboral. Lo que debería ser un proceso en el que el esfuerzo de integración se comparte por varios actores, dependerá exclusivamente de uno de ellos. Es decir, de seguirse esta postura, el Estado se lavará las manos y dejará caer todo el peso de adaptación sobre los inmigrantes.

De decirse adiós al multiculturalismo como método de coexistencia y cohesión social entre diferentes culturas se pasará claramente a un proceso de asimilación en el que las nuevas culturas deberían dejar a un lado sus costumbres para integrarse entre los alemanes. Es ahí donde hay que tener cuidado por dos razones. La primera de ellas porque se podría perder una riqueza cultural importante si esa asimilación fuera efectiva. Y, en segundo lugar, porque podría multiplicarse el fenómeno de creación de guetos entre los inmigrantes que decidieran no dejar a un lado sus costumbres.

A pesar de que la postura de Merkel pueda no parecer demasiado radical, los alemanes deberán tener mucho cuidado al reflexionar sobre este tema. Es lógico que se exija aprender el idioma a los nuevos ciudadanos porque, de hecho, la lengua común es el instrumento fundamental que permite la integración de diferentes culturas. Eso sí, hay que ver qué modelo de inmersión lingüística se sigue en las instituciones educativas porque de ahí nace el éxito o fracaso de la integración, que pasa necesariamente por la voluntad de los inmigrantes de formar parte activa de la comunidad. Si hubiera un fracaso en este proceso, el castillo de naipes caería y generaría sentimientos de odio entre quienes acogen a las nuevas culturas y entre estas mismas.

El discurso anti-inmigración no es nuevo y quienes lo apoyan son sobradamente conocidos. De hecho, hace unas pocas semanas Thilo Sarrazin sacaba el tema de la la inmigración de los inmigrantes a la primera plana de la actualidad alemana. Eso sí, a su manera. Y es que, el que fuera uno de los directivos del Bundesbank acusaba a los inmigrantes musulmanes de poseer un cociente intelectual menor al alemán. Siguiendo esta argumentación, se atrevió a publicar un libro que “los alemanes estamos abocados a irnos entonteciendo en promedio progresivamente de forma natural” por las altas tasas de natalidad de la población inmigrante. Ahí quedaba lanzada la primera piedra contra una comunidad tan hetereogénea que no puede ser descrita tan a la ligera como hizo Sarrazin.

Comentarios