Tensión a la coreana


La península asiática de Corea ha tenido un protagonismo especial en la esfera de la política internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, el paralelo 38 divide un territorio entre dos países que representan sistemas antagónicos. En el norte, la ideología juche ha impuesto un sistema cerrado, casi autárquico, que hace remontarnos al antiguo sistema estalinista. En el sur se hace camino una democracia boyante en lo económico y excesivamente protegida por Estados Unidos. Entre tanto, un inestable armisticio mantiene la seguridad regional en un territorio que teóricamente todavía se encuentra en situación de guerra.

La relaciones bilaterales entre Corea del Norte y Corea del Sur han pasado por constantes altibajos durante los últimos sesenta años. En este periodo de tiempo ha habido sus peores y mejores momentos que se han escenificado en pactos económicos, programas nucleares con intereses militares, declaraciones varias de "principal enemigo" y un largo etcétera. Ahora nos encontramos en una nueva etapa de este tira y afloja que en la que el régimen norcoreano busca una autoafirmación ante su población. Por su parte y según afirmó en un principio la oposición, el gobierno surcoreano parece buscar una maniobra de disuasión para recibir el apoyo civil en las próximas elecciones generales y regionales.

Casi hace dos meses, el 26 de marzo, la corbeta surcoreana Cheonan se hundía en el Mar Amarillo. A partir de entonces se inició una investigación para aclarar unos hechos en los que murieron 46 militares surcoreanos. Todo parecía indicar a que un torpedo norcoreano había sido el responsable del hundimiento, un hecho que las autoridades comunistas negaron en cualquier momento

El 20 de mayo, la comisión investigadora, formada por varios países, concluyó achacó la responsabilidad del ataque a efectivos norcoreanos. Fue entonces cuando se inicio una ofensiva económica y diplomática por parte de Corea del Sur. Entre otras medidas, se canceló el comercio con el vecino del sur, se reinició la propaganda en la frontera, y se anunció la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En el plano militar, que es el que más preocupa, se han empezado a desplegar efectivos surcoreanos cercas de zona desmilitarizada del paralelo 38 y no se renuncia a desarrollar otro tipo de acciones. Para apoyar estas medidas, EE.UU. ha afirmado que estará siempre al lado de sus amigos del sur.

Como reacción, Corea del Norte también ha afirmado que rompe todo tipo de relaciones con sus vecinos. El régimen comunista siempre ha respondido con actos de fuerza ante cualquier amenaza exterior. Entre estas podemos encontrar pruebas nucleares o lanzamientos de misiles de distinto alcance. Los militares norcoreanos no quieren mostrar debilidad alguna, más aún cuando el país está pasando por duros momentos económicos. Además, tal y como indica Felipe Sahagún en 'El Mundo', la incertidumbre política en torno a la sucesión de Kim Jong Il podría haber motivado el ataque del 26 de marzo.

¿Y qué le queda hacer ahora a la comunidad internacional? Las claves pasan por China y Estados Unidos. Por un lado, China es el único aliado fuerte del régimen norcoreano. El inicio de un diálogo para que no se llegue a mayores pasaría porque China disuadiera a su régimen hermano a no sabemos qué precio. Por el otro, Estados Unidos podría contribuir a la estabilidad regional a la hora de compartir directrices con los dirigentes chinos.

Señores, estamos invitados a una nueva entrega de tensión a la coreana.

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