¿Despegue informativo de la UE?

Durante los últimos años, quienes nos hemos interesado por contenidos relacionados con la Unión Europea hemos observado que la información sobre el ente comunitario es insuficiente y está dispersa. Siguiendo este supuesto, sólo tenemos que mirar los medios de comunicación españoles, concretamente los escritos, que no saben muy bien dónde ubicar las noticias que llegan desde Bruselas. En ocasiones las introducen en la sección de economía, otras veces lo hacen en nacional e incluso ha llegado a haber información de la UE en cultura. Esta inconcreción no posibilita una comunicación eficaz hacia un ciudadano que se ve desbordado y que no es capaz de discernir lo que representa realmente la Unión Europea.

Dentro de unos días, el grupo de investigación sobre información europea al que pertenezco ofrecerá unas conclusiones muy interesantes sobre la cobertura comunitaria de los medios españoles. Algunas de las tesis que defendemos es que en las noticias relacionadas con la UE hay un índice muy alto de especialización, algo que ahuyenta al posible lector. Además, las legibilidades encontradas en los artículos analizados no se corresponden, en su mayoría, a los modelos ideales de tratamiento comunicacional en los medios de masas. Vemos, pues, que falla el tratamiento formal, un elemento estrictamente necesario para captar la atención de los potenciales receptores.

Según los datos del Eurobarómetro, dos de cada tres ciudadanos españoles se siente europeo. Podemos decir así que muchos ciudadanos podrían estar interesados en los aconteceres de las instituciones europeas. Pero estas organizaciones no han sabido crear una política de información eficaz para crear un marco de discusión continental donde sean los europeos quienes apoyen o no las políticas comunitarias. El libro blanco de Margot Wallstrom recogía una serie de iniciativas donde el feedback entre la gente de a pie y las instituciones sería mayor a través de internet. También se proponía un canal de contacto directo entre los grandes medios de comunicación y Bruselas para que la información reflejada fuera más eficaz. Eso sí, como libro blanco que es, este documento marca pautas y no acciones directas.

Por esas razones, llegamos a la conclusión de que se hace necesario hacer ver al ciudadano cómo influye la Unión en su día a día a través de proyectos concretos. Hay que dejar a un lado la información sobre grandes líderes para centrarse en la comunicación más humana y cercana. Sólo así se puede crear un ámbito comunitario crítico que impregne las opinión pública tanto a nivel regional como nacional. No se trata de iniciar una campaña propagandística, sino de crear una marca europea dentro de una estrategia de soft power o poder blando. Este método de comunicación no consiste en otra cosa que reconocer los logros de la UE a través de su colaboración con organizaciones no gubernamentales o con proyectos de desarrollo. Y es que, la propia naturaleza de la Unión Europea posibilita este camino, no otros que podrían estar más relacionados con los proyectos de los estados miembros.

Cabe preguntarse entonces si se ha iniciado un despegue informativo de la Unión Europea. En lo que compete a nuestro país no se vislumbra nada que posibilite un acercamiento con el ente supranacional. A nivel internacional quizá se haya avanzado algo en países como Alemania y Francia que tienen una conciencia mayor de lo que supone la Unión. Sólo así se puede comprender, por ejemplo, el rechazo francés al proyecto de constitución europea; una negativa que surgió del debate que no se dio en España. Eso sí, quizá podamos ver un rayo de luz en el horizonte. Hoy mismo he descubierto que elmundo.es ha dedicado una sección diferenciada a la UE. No sabemos si es el germen para que otros se animen a discutir sobre las políticas europeas, pero sí es un paso que esperemos que no sea en balde.

PD: por cierto, ¡feliz día internacional de la mujer!