Un día normal



Suena el despertador. Una mano, hábil como una gacela, da un zarpazo certero sobre el botoncito rojo que sobresale de aquella antigualla de 20 años. Toca levantarse, hay que salir adelante, no hay tiempo para implorar por cinco o quince minutos más de ese placentero estado adormilado. Como quien se siente sobre una nube, Eusebio se levanta de su cama, corre rápido a la ducha y recibe un relajante chorro de agua caliente que consigue despejarle. Ya ha empezado el día. Queda mucho por delante.



Eusebio es un cura. No sabe si es de los de antes o de los de ahora pero es que tampoco le importa mucho como le vean. Así que, después de haber desayunado su café con leche y picatostes, se lanza a la aventura de la evangelización. No hablamos de una evangelización a base de convertir infieles a la vieja usanza o de sacudir firmemente el Rosario. Para eso ya están otros, piensa Eusebio . A él le toca hacer otras cosas, más o menos útiles, pero también necesarias. Sabe que su comunidad le apoya aunque otros no se interesen por su labor.


Nuestro sacerdote vive en Usera, ese barrio madrileño que en diez años ha sufrido una auténtica transformación y que ha pasado de ser una zona típicamente castiza a convertirse en una auténtica Torre de Babel, con las ventajas e inconvenientes que tiene eso. A la delincuencia le complementa la multiculturalidad, al progreso de muchos le sigue el desamparo de otros. Eusebio intenta ayudar a estos últimos no sólo a base de cariño, que muchas veces no ayuda a comer, sino escuchando y dando medios y alternativas para salir del hoyo. Lo de que se acerquen después a Misa le parece secundario, al fin y al cabo cada uno se acerca al hecho religioso, respetuosamente, como mejor le parece.


Por sus instalaciones pasan cada día unas 120 personas que quieren un plato de comida caliente y lo que se tercie. Un buen plato de garbanzos ayuda después a Samuel a afrontar el frío de la venta de ejemplares de 'La Farola' en frente del Carrefour. El filete de lomo hace que William pueda apilar ladrillos durante más tiempo. A pesar de la satisfacción de cumplir el deber, no todo es tan bonito. Eusebio ha visto riñas por un trozo de pan o enfados porque una persona se cuela en la fila de entrada. Pero son más los buenos momentos. El religioso aún se acuerda de la primera vez que vio esos resplandecientes ojos que salían de una tez negra tras ingerir un trago de sopa. También se le viene a la mente las palabras de agradecimiento de Georgina.


Son más de las 11 de la noche y Eusebio hace balance. Al final han sobrado 20 platos de albóndigas y 15 de potaje. Hay que guardarlos. Junto a Eusebio hay más personas, son unas cuatro entre las que encontramos a la Hermana Mercedes, a dos estudiantes desinteresados, o al fortachón Vladimir. Cada uno de ellos, con su granito de arena, ayudan a Eusebio a llevar la Buena Nueva al que realmente lo necesita. No entiende de jerarquías, no quiere saber nada de ellas. Eusebio sólo se interesa por sacar adelante a los que pasan por el comedor de San Martín. Sabe que sólo así está cumpliendo con lo que un día juró seguir hasta la muerte. Ha pasado otro día, uno igual que el anterior y parecido al siguiente.

Comentarios

Naveganterojo ha dicho que…
Amigo, te podria copiar y pegar lo que comentas en mi blog, y quedaria perfecto.
Por suerte hay unos pocos que cumplen el juramento que hicieron a un dios,(da igual el dios que sea, mientras sea un dios de amor).
Y son ellos los que mantienen viva una institucion que de otra manera ya estaria acabada.
Este hombre merece el respeto de toda la sociedad, aunque sus superiores intenten todo lo contrario, que les despreciemos.
Un saludo
Duende Crítico ha dicho que…
Al igual que el cristianismo, muchas veces me muevo por metáforas por lo que te diré, amigo mío, que este hombre es una representación abstracta de todos aquellos que se dedican realmente a seguir el camino de la filantropía y de la solidaridad. Sin ellos no cabría esperanza.

Un saludo.
Adamantio ha dicho que…
Soy un gran defensor de la filantropía, pero ya sabes que me va más el laicismo.

De todas formas, un post muy agradable de leer.
Duende Crítico ha dicho que…
Ya sabes Adamantio que la filantropía siempre es bienvenida venga de donde venga ;)

Gracias por lo que toca.
Kerala ha dicho que…
Duende, desde hoy leeré tu blog diario, me interesan los temas que tratas y la forma, por favor, te invito a leerme en http:lakainde.blogspot.com espero encontrarnos por ahí
Duende Crítico ha dicho que…
Gracias Kerala. Me pasaré también por tu blog ;)
Anónimo ha dicho que…
Estimado amigo El Duende critico

Tú comentario es uno más que se les debe de dar y no negar todo
lo que se merece esa obra altruista y desinteresada,hoy ha llegado a tu conocimiento el cura de Usera
Antes fue en otra ocasión el cura del Pozo del Tío Raimundo

pero la realidad es toda la labor que en silencio lleva haciendo toda la vida los misioneros
Incluso arriesgando su vida, las monjitas
en hospitales cuidando a leprosos

En fin no conozco otra religión que se esfuerce más por el prójimo
peron estamos en el acoso y derribo por ese presidente por accidente

Un saluo de Rasputín
Duende Crítico ha dicho que…
Rasputín es precisamente esta imagen de la Iglesia la que hay que impulsar. Por desgracia nos solemos quedar en las jerarquías que, como tales, pueden generar rencor.

Ningún presidente podrá negar nunca esta labor social en terrenos a los que no llega el Estado. Hablamos pues de la necesidad del desarrollo del Tercer Sector o 'Non Profit'.

Un saludo.
Miguel ha dicho que…
También existe la Iglesia que relatas.
No son noticia.
Pero son la verdadera Iglesia, a la que admiro por su caridad, esfuerzo, abnegación, ...

Un abrazo Duende
Duende Crítico ha dicho que…
Es bueno saber que la gente sabe que hay otra Iglesia. Si es que a veces algunos dervirtúan la imagen de una institución que ha tenido sus buenos y malos momentos.