Los recientes bombardeos sobre la franja de Gaza pueden ser el caldo de cultivo perfecto para radicalizar posturas que pivoten sobre la violencia. Es verdad que el Derecho Internacional reconoce claramente el derecho de defensa como algo legítimo y normal. En esto, más de uno podría pensar que el estado judío está en su derecho tras la ruptura de la tregua por parte de Hamas y, quizá, no estaría equivocado. Eso sí, el principio de derecho de defensa va unido íntimamente al de proporcionalidad, algo que no se está dando en estos dos días de ofensiva israelí. Frente a los cohetes de construcción casera -que pueden ser muy peligrosos- encontramos los bombardeos masivos a objetivos militares que alcanzan zonas residenciales. Esta desproporción nos está indicando que algo falla por las dos partes, con el gravamen de que ambos contrincantes no son iguales: uno es un país democrático, el otro es una facción islamista que se sustenta gracias a la eliminación de Al Fatah en Gaza.
Cerca de 286 fallecidos y 900 heridos es el saldo de la operación "defensiva". En los números , y posteriormente en las imágenes, encontramos el gran fallo de estrategia de Israel. Es de todos conocido que ese estado no crea grandes simpatías por las fallidas políticas de expansión que ha desarrollado en los últimos años. Unos movimientos que, por cierto, no han tenido otro objetivo que el de buscar un mayor margen de territorio para aumentar la capacidad defensiva israelí. Pues bien, en lo que compete a actuaciones militares, los ejecutivos israelíes no han sabido lavarse la imagen que han ido cosechando a base ataques selectivos y no tan selectivos.
En esta ocasión se podría haber actuado de otra manera intentando agotar las vías diplomáticas con los colectivos menos radicales del movimiento islamista a través de su enlace egipcio. El uso de la violencia lo que conseguirá es precisamente lo contrario que lo que busca. Frente a una pretendida eliminación de las estructuras de la organización terrorista se obtendrá una cola más larga de milicianos que estarían dispuestos a entregar su vida. Hay que tener en cuenta la ventaja que tienen los yihadistas frente a Israel y es que ellos no tienen por qué justificarse ni ante una comunidad internacional ni ante una opinión pública libre. Están fuera de las estructuras y eso les da esa "ventaja". Si a todo esto le sumamos una posible incursión terrestre, en poco quedarán las actuales protestas del Consejo de Seguridad de la ONU, el Papa o los manifestantes árabes.
Por su parte Hamas no ha hecho otra cosa que seguir sus postulados radicales. Con el lanzamiento de cohetes, y por lo tanto con la ruptura del alto al fuego, sólo se ha postulado una vez más como el elemento terrorista que busca la eliminación de Israel. Sabemos cómo son y también sabemos que deben desaparecer si en un futuro queremos una convivencia armónica entre dos estados: el israelí y el palestino. En esto, una de las voces más equilibradas en todo el conflicto, el presidente palestino Abu Mazen, lo ha dicho claro en referencia a Hamas: "Les dijimos, por favor alarguen la tregua, dejen de disparar cohetes. Se podía evitar lo que ha sucedido".
Ahora toca saber cómo terminará la crisis abierta. Seguramente una de las consecuencias será el sufrimiento civil en los dos bandos. Unos sufrirán la devastación de los misiles, otros las explosiones selectivas de cohetes y atentados suicidas. Otra será la mitificación de los yihadistas palestinos y la percepción de que Israel no sabe controlarse.
Comentarios
Israel debe dejar de buscar sus justificaciones en ese pasado que todos lamentamos. A ver si con el nuevo Gobierno las cosas se encaminan hacia otros paraderos. Aunque lo dudo.
Todo viene de la mala planificación de la ONU y el primer 'no' de Palestina cuando se establecieron las nuevas fronteras de la región.
Un saludo Sdan.