Los periodistas no gustamos


La información no interesa a determinados gobiernos. En consecuencia, los periodistas -los que realmente ejercen esta profesión- siempre hemos sido -me considero del gremio aunque no tenga todavía la licenciatura- odiados por los regímenes dictatoriales y por los gobiernos que, aun situados en democracias, ejercen prácticas que atentan contra la dignidad de las personas. ¿Por qué les hablo de esto? Sencillamente porque un periodista, que responde al nombre de Alberto Santiago Du Bouchet Hernández, ha sido condenado por robar un pañuelo autobiografiado por Fidel Castro. Para más inri, la condena de dos años ha sido descrita por 'Reporteros sin fronteras' como "grotesca" y "escandalosa". Resulta, cuanto menos curioso -y coactivo, por cierto,- que sean dos años los que tenga que cumplir.


Muchos, al hablar del mundo periodístico, sólo saben referirse a la farándula esa del "mundo rosa" donde cuatro desgarramantas hacen el paripé de que tratan una "información exclusiva" sobre el/la -no vamos a discriminar a nadie, por supuesto- tonta del momento. Dejando aparte estas majaderías, el periodismo es mucho más y es por ello por lo que preocupa a los gobiernos autoritarios. En su día, concretamente ya en el siglo XVIII, dijo Edmun Burke que la prensa suponía el "Cuarto poder" tras el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Quizá este buen hombre no andara tan desencaminado, más aún si tenemos en cuenta la influencia de las grandes agencias de información globales. Pero lo que realmente importa es el poder que ejerce como creador de opinión y como elemento de control de las clases dirigentes. Los periodistas somos mediadores sociales entre los más altos poderes y la ciudadanía. Es en este aspecto en el que debemos andar muy atentos y, sobretodo, responsables.


Bien, dicho esto, a lo que íbamos. Resulta que no sólo es Cuba quien se salta a la torera el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece normas para la libertad de expresión y de prensa. Entre los que amordazan las libertades de un colectivo, que representa totalmente a la sociedad en su conjunto, se encuentran China, Eritrea y Etiopia a la cabeza. Muy de cerca, para pena de todos sus habitantes y de todo lo que representan, le sigue -¡válgame Dios!- el gran imperio de EEUU. Estos son los datos de 2006 según dio a conocer el Comité para la Protección de los Periodistas. Pero ahí no queda todo, porque Reporteros Sin Fronteras afirma que en el año 2006 se mataron a unos 81 periodistas en el ejercicio de su trabajo o por expresar sus opiniones. Para encontrar una cifra más alta, hay que remontarse a 1994 cuando el genocidio de Ruanda y la guerra en los Balcanes mostraban la cara más cruel del ser humano. Otros datos que nos ha dado a conocer la organización es que también se llevaron por delante a 32 colaboradores; al menos 871 periodistas fueron detenidos, 1472 agredidos o amenazados, 56 secuestrados y 912 medios de comunicación fueron censurados.


Esta es nuestra realidad, para que después vengan otros diciendo que si somos una "plaga" o "escoria" propiamente dicha. No somos perfectos y por ello debemos ser consecuentes y saber reconocer nuestros errores. Aun así, debemos resaltar que cumplimos una labor indispensable para cualquier pueblo en cualquiera de los niveles. Por eso hoy quiero establecer mi luto personal con todos aquellos que se han visto pisoteados por dedicarse plenamente a esta profesión. Y por cierto, por favor, no nos equivoquen con quienes salen en "Dolce Vita" o en "El Tomate".

Comentarios

Butzer ha dicho que…
Los periodistas no gustais a los políticos porque sois una vía para ejercer control sobre estos. Un control legítimo y necesario, pero a nadie le gusta que le controlen.
¿Quién iba a querer un pañuelo usado de ese señor...?Bueno, se me ocurre algún nombre,XD
Duende Crítico ha dicho que…
No sólo ejercemos control sobre los políticos, sino que ayudamos, la mayoría, a mantener el Estado de las libertades públicas y privadas. Somos necesarios como cualquier otro profesional, aunque les pese a algunos.

Por cierto, desde este comentario quiero condenar frontal y enérgicamente el atentado de ETA en Durango. Esta ha sido una prueba más de la cobardía de los asesinos que no saben usar la palabra. ¡ETA NO!