Un fantasma vuelve a recorrer Alemania, es el fantasma del nazismo. Este sería un buen inicio para describir, a grandes rasgos, la situación que está viviendo el país germánico. Y es que resulta que los amantes de la extrema derecha están más gallitos que en los últimos años ya que han cometido 12.248 delitos de carácter ideológico en 2006, según la policía. Ante este panorama, el gobierno alemán está planteándose prohibir el partido nazi o Partido Nacionaldemocrático Alemán. Desde España, lugar en el que sabemos sobre ilegalizaciones, podemos mostrar las ventajas y desventajas que suponen un proceso cohibitivo, de carácter político, que ha supuesto más "pros" que "contras".
En realidad, a la hora de atajar los problemas que puede ocasionar un colectivo determinado hay dos posibilidades: atacar con dureza o intentar las vías de la reinserción. En nuestro país -ese que ha dado ejemplo en unas cosas y ha ido a la cola en otras- tomamos partida hace unos años por la primera de las opciones a la hora de acabar con el brazo político de la banda terrorista ETA. El resultado no puede ser mejor ya que ha permitido el debilitamiento del entramado político y social de los extremistas, a la par que ha introducido una mejor democracia -a la que aún le queda dar pasos en el camino a la libertad- dentro del País Vasco y Navarra. Es verdad que, al principio, la ilegalización de Batasuna puso en entredicho la legalidad de la medida. Se pensaba que de este modo se recortarían los derechos fundamentales y constitucionales de nuestro Estado de Derecho pero al final se consiguió perseguir a aquellos que atentan contra los derechos humanos, jaleando a los que ponen las bombas.
He de reconocer que soy un converso y como tal estoy totalmente convencido de las oportunidades que supone un proceso prohibición. En algo tan serio, hay que tener en cuenta que las libertades políticas pueden quedar en entredicho, hay que estar totalmente seguros de lo que se va a hacer tal y como hicimos en al Partido Nacionaldemocrático Alemán nos muestra la distinta visión que tienen los partidos del ejecutivo. Mientras que el presidente de los socialdemócratas, Kurt Beck, reclama la ilegalización del NPD (siglas alemanas del partido nazi), los democristianos se muestran escépticos sobre la posible efectividad de la medida. De este modo, las diferencias son más que notables aunque hay que reconocer que el SPD está mostrando una actitud mucho más responsable.
Muchos dirán que el NPD no está mostrando su apoyo a una banda terrorista, es cierto, pero están alentando y ayudando desde la oscuridad un terrorismo callejero que se encarga de instaurar el miedo entre quienes no piensan igual que ellos. Hace poco un ataque de un grupo de neonazis contra unos jóvenes indios durante las fiestas de un pueblo de Sajonia marcó la actualidad germana y sacó a la palestra este debate. Anteriormente, las vejaciones y demás lindezas los "grandes de la raza aria" eran más que una realidad: antes y después de la caída del muro. Por eso, es más que necesario parar los pies a quienes alientan el crimen, el racismo y la homofobia en un país que aún se encuentra dividido, económicamente hablando, entre este y oeste.
En España han pasado varios años para que veamos que los que aplauden los tiros en la nuca y los coche bomba sean acallados. A pesar de esto, no todo queda en la ilegalización. Para seguir el camino del arrinconamiento de quienes atentan contra los derechos fundamentales de la persona, es la propia sociedad quien debe dar la espalda. No sirve de nada ser benévolos, al revés. La senda que se debe seguir es el desprecio a quienes alientan el genocidio ya que sólo de este modo podemos llegar a vivir en una plena democracia. La crítica al sistema no queda así en entredicho, sino que queda totalmente abierta a quienes se hacen merecedores de ella. Ni Batasuna, ni en este caso el Partido Nacionaldemocrático de Alemania, deben tener su espacio en el entramado social, institucional y político democrático. La gran potencia europea debe dar ejemplo al resto del continente. Es la hora de la ilegalización.
Comentarios
Saludos.
Un saludo.
En cualquier caso me preocupa que, por ejemplo en Madrid, en solo una semana se han producido dos denuncias por agresiones de grupos de skins. Y todo indica que no son el mismo grupo, puesto que una ocurrió en Pozuelo y la otra, si no recuerdo mal, en Alcobendas. El resurgir de la violencia de la extrema derecha solo tiene una causa: la crispación. Y solo una salida: la fuerza de los demócratas en su contra.
Algo parecido de lo que ocurre con Batasuna, sí. La diferencia es que cuando los pro-batasunos (o pro-ANV, o pro-PCTV...) justifican o protagonizan ese uso de la violencia con fines políticos, hay ciertos partidos muy populares en este país que se apresuran a pedir su ilegalización; pero cuando quien usa la violencia con fines políticos y van pegando palizas a la gente o quemando sedes de partidos "rojos" son los militantes de organizaciones tales como Falange, Democracia Nacional o Plataforma España 2000, aquellos mismos partidos que dicen ser tan populares, tan demócratas y tan constitucionalistas, no solo no piden que se aplique esa misma medida solicitada contra Batasuna, sino que, en el mejor de los casos, ni siquiera se dignan a comentar o a valorar lo sucedido.
Con actitudes así, ¿cómo tenemos luego la santa barra de salir al púlpito a protestar contra el desencanto democrático, contra la abstención y, sobre todo, contra el hecho de que la gente no nos vote? Y es que no es lo mismo ser víctima de Batasuna que ver cómo otros, que no somos nosotros, son víctimas de la extrema derecha. Al fin y al cabo, si me permites la expresión, son la misma mierda.
Saludos
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