Los colosos de hormigón


Fríos, de color gris tristeza, ocultan el horizonte de una tarde de primavera, verano, invierno u otoño porque siempre están ahí. Esos son, por desgracia, los muros que se están poniendo de moda para combatir el terrorismo o la inmigración ilegal. Se empezaron a elevar en Gaza, han nacido como champiñones en la frontera entre EEUU y Méjico y, ahora, estos nuevos gigantes toman el poder en algunos distritos de la capital iraquí de Bagdad. Concretamente, el barrio suní de Adhamiya va a ser quien sufra un nuevo tipo de apartheid en favor de la libertad y de la seguridad. Suena contradictorio que un muro brinde libertad, pero así parece que son las cosas en este mundo tan majareta.


Hace más de tres años, cayó la estatua de Saddam, un símbolo que quitó el sueño a muchos iraquíes. Todo hacía suponer que los muros de la represión iban a caer como un castillo de naipes, algo que parece que se ha abandonado hasta nueva fecha. Ante esto atropeyo a los derechos civiles, el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, ha mostrado su desacuerdo, algo que no le servirá de mucho ya que representa a unos ciudadanos que todavía no pueden ejercer la soberanía nacional. Por su parte, el mando militar de EE UU defiende esta iniciativa destinada, según ellos, a proteger a la gente en vez de separarla. "Si mantenemos a los malos fuera, ganamos", ha dicho casi de forma infantil el teniente Sean Henley, destinado en el sur de Ghazaliya.


El gigante de hormigón dispone de sólo una entrada para vehículos civiles y tres reservadas para militares. Así, las tropas siempre tendrán preferencia en cualquier caso de emergencia, algo que es normal en un país que no avanza en la recuperación de la vida cotidiana en democracia, gracias a los ataques indiscriminados de los terroristas. De esta manera, 15.000 son las personas que van a poder disfrutar de la jaula en la que se hará un censo, desarrollado por las tropas estadounidenses, que incluirá huellas dactilares y datos del iris del ojo.



Según fuentes cercanas a Reuters, Faluya, al oeste de Bagdad, y Tal Afar, en el norte de Irak ya están gozando de los "beneficios" de esas "medidas disuasorias". No es la primera vez que se utiliza este sistema: en Vietnam se encerraron ciudades artificiales enteras. El resultado fue negativo y aumentó las simpatías de la población hacia las guerrillas comunistas. Casualidad o no, Iraq se está pareciendo cada vez más al país asiático.


Por cierto, ayer murió Boris Yeltsin de un fallo cardíaco. El ex-presidente ruso se convirtió en un gran héroe y un gran bebedor que constató la caída de la URSS. El pasado lunes fue el día en el que falleció un personaje que acabó con los últimos muros psicológicos entre bloques, hoy son otros colosos grises los que se hacen un hueco en nuestra geografía.

Comentarios

El Cerrajero ha dicho que…
Igual que la Guerra Civil española fue el campo de pruebas de lo que iba a llegar: la guerra mundial entre dictaduras y democracia, tengo el pleno convencimiento de que en Irak está pasando lo mismo y pronto veremos un conflicto a una escala mucho más global.
Duende Crítico ha dicho que…
Espero que tus palabras no se hagan verdad, por el bien de todos.