Estados Unidos siempre ha intentado tener un peso considerable, casi hegemónico, en su patio trasero, esto es, en Sudamérica. Como todos sabemos, los ascensos al poder de Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales o el sandinista Daniel Ortega han reforzado un frente "anti-imperialista" que sustentaba, anteriormente, el régimen dictatorial cubano. Valiéndose de una retórica populista en sus formas y contenidos, este búnker está desestabilizando la zona mientras que, por la puerta de atrás, mantiene relaciones comerciales con EEUU que no son muy consecuentes con lo que promulgan.
Pues bien, la preocupación del gobierno norteamericano por el rumbo de Venezuela con la entrega de poderes plenos al presidente Chávez ha quedado patente tras la visita de Nicholas Burns, el número tres del Departamento de Estado, a Brasil. El objetivo de tal movimiento de ficha no es ni más ni menos que la búsqueda de intermediación del gigante latinoamericano entre Estados Unidos y Venezuela. Como cabía esperar, esta labor tendría una recompensa que es una alianza económica en el prometedor comercio del etanol. "Brasil no da recados a nadie. Estados Unidos tienen embajador allí (en Venezuela). Existen vías de diálogo sin necesidad de que Brasil enarbole la bandera de la mediación" respondió el ministro de exteriores, Celso Amorim.
Con este objetivo, Burns fue a preprarar a Brasil la cumbre que mantendrán Luiz Inácio Lula da Silva y George W. Bush el próximo 9 de marzo en Sao Paulo durante una gira por algunos países de hispanoamérica. El coloso norteamericano intenta así recuperar su anterior peso político en la zona. Este ojetivo hace necesaria una buena coordinación con la antigua colonia portuguesa. "Brasil es una potencia regional y me espanta el hecho de que aún no tengamos un acuerdo bilateral en el área comercial y de inversiones", dijo Burns.
No debemos dejar de un lado las excelentes relaciones personales entre Lula Da Silva y George Bush que podrían influir a la hora de coger la batuta de la intermediación por parte de Brasil. Esto, unido con el buen trato que se dispensan Hugo Chávez y el dirigente brasileño, podría propiciar una futura oleada de negociaciones entre Venezuela y EEUU, siempre y cuando ambos países muestren una voluntad clara y abierta de reestablecer los contactos diplomáticos.
Ahora lanzo unas preguntas al aire ¿Cuándo recuperará España las buenas relaciones con el ejecutivo norteamericano? ¿Haría falta una intermediación? ¿Realmente estarían interesados los Estados Unidos en mantener un diálogo fluido con nuestro país?
Comentarios
Algo fala en las relaciones hispano-estadounidenses desde 1898...
Saludos.
Dime algo en un comentario a mi mail:
marianoplanells[arroba]gmail (punto)com
Saludos y ánimo con el blog.
Tradicionalmente las relaciones exteriores de España, desde 1977 hasta la actualidad, han tenido como escenarios prioritarios los siguientes ejes (de mayor a menor importancia): Europa (símbolo del desarrollo económico, la apertura exterior y la democratización de España), Iberoamérica (símbolo de las relaciones privilegiadas con la Comunidad Histórica española), las relaciones transatlánticas (OTAN y EE.UU.) y el Mediterráneo y el Magreb (por cuestiones de proximidad).
Éstas fueron las prioridades, según los expertos (Celestino del Arenal, entre otros; recomiendo la lectura de los informes publicados por el Real Instituto Elcano) con los Gobiernos de Adolfo Suárez (UCD), Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD), Felipe González (PSOE) y del primer Gobierno de José María Aznar (PP). Lo fue hasta incluso el 2002; pero en esa fecha, todo cambió y la tercera de las prioridades (las relaciones transatlánticas) pasó a ser la primera, por delante incluso de la UE y de Iberoamérica. Tras el error que supuso, sin duda, tal alineamiento incondicional con la Administración Bush a propósito de la guerra de Iraq, y tras la caída del Gobierno del Partido Popular, España regresó al orden prioritarios tradicional, con Europa e Iberoamérica (quizás también el Mediterráneo y el Magreb) por delante de las relaciones transatlánticas. Este hecho cogió desprevenido a EE.UU., y de ahí el "mal rollo" actual.
No estoy justificando nada. Siendo coherentes, hay que admitir que mantener unas relaciones positivas con EE.UU. es algo necesario para todo país occidental, más cuando España configura el grupo de cabeza principal de la UE. Por ello, sí creo que deberían mejorar ya estas relaciones; aunque para que mejoren se ha de partir del reconocimiento mútuo entre España y EE.UU. de que cada uno de estos países tiene su orden de prioridades en política exterior, y del mismo modo que EE.UU. es soberana para establecer sus objetivos políticos y estratégicos en el campo internacional, España también lo es; de ahí que si España se desvincula, como acertadamente ha hecho, de la barbarie y el error de invadir Iraq en base a unos argumentos que se han demostrado ser totalmente falsos (hasta Aznar ya lo reconoce!), pues tiene todo el derecho a hacerlo, guste o no a EE.UU., pues quien marca lo que debe hacer España en el campo exterior no es la Administración Bush, sino única y exclusivamente la ciudadanía española, que para eso reside en ella la soberanía nacional.