Dicen que entre 15.000 y 30.000 reclusos de
las cárceles de la antigua República Democrática Alemana, la Deutsche
Demokratische Republik, fueron sometidos a trabajos forzados. La versión
oficial: el trabajo como instrumento de reeducación. Pero en realidad, se
trataba de mucho más.
Según el Doctor Jan Philipp Wölbern, del Instituto de Historia Contemporánea de Postdam, las autoridades del
la Alemania Oriental optaron por la fuerza de trabajo carcelaria como un método
complementario para cumplir con los
planes económicos establecidos por los cuadros del Partido Socialista Unificado
de Alemania. Apenas se trataban de entre el 0,2 y el 0,94% del total de la
población activa de la RDA, pero su papel en puntos neurálgicos de la economía
germano oriental fue fundamental.
Vamos a conocer algunas de las 6000
empresas que se beneficiaron de mano de obra barata de la Alemania Oriental,
mucha de ella prisionera. En concreto, Ikea, Volkswagen y Aldi.
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