El gato y el ratón (a la coreana)


Las dos Coreas nos tienen acostumbrados a sus constantes subidas de tono, siempre y cuando alguno de los dos países tiene problemas en política nacional, algo que es más común entre los vecinos del norte. El régimen juche sabe sabe de las ventajas de una estrategia que, en su caso, busca diluir cualquier tipo de oposición interna y alimentar a los 25 millones de norcoreanos en el odio hacia el "imperialismo yankee" y el sistema capitalista. Ha sido durante esta semana, concretamente el 23 de noviembre, cuando el régimen de Kim Jong-il decidió escribir un nuevo capítulo en el conflicto coreano y atacar la isla surcoreana de Yeonpyeong, situada a muy pocos kilómetros de la línea divisoria trazada en julio de 1953 tras la guerra de Corea. Según las autoridades comunistas, el ataque se produjo como respuesta ante las maniobras que estaba realizando el ejército de Corea del Sur.

Imagen de satélite en la que se aprecia la localización de la isla bombardeada. Fuente: BBC.


El juego del gato y el ratón
Como les iba diciendo, este tipo de episodios suele ser habitual en las relaciones exteriores mantenidas entre Corea del Norte y Corea del Sur, entre otras causas, porque ambos países todavía se encuentran en situación de guerra. Tras el conflicto de Corea no se procedió a la firma de paz entre los países beligerantes, sino que sólo hubo un acuerdo de armisticio que ha mantenido el status quo de una zona heredera de la dialéctica y las formas de la Guerra Fría. Así, la tensión forma parte del día a día de ambos países. Mientras que los surcoreanos se muestran recelosos ante un inminente ataque de sus vecinos, Corea del Norte se siente amenazada por los más de 30.000 soldados norteamericanos presentes en territorio surcoreano.

El ataque a la isla Yeonpyeong ha supuesto un paso más en la escalada tensión que recorre la península de Corea. El hecho de que se haya producido un bombardeo en territorio nacional y no en aguas territoriales añade gravedad a una acción que ha dejado cuatro muertos surcoreanos: dos militares y dos civiles. Todo esto inmerso en un contexto de constantes amenazas entre ambos países.

Las hostilidades de 2010 empezaron el pasado 26 de marzo, cuando Corea del Norte hundió el acorazado Cheonan, matando a 46 soldados surcoreanos. Poco meses después, Corea del Sur y EEUU iniciaron ejercicios militares, a la par que EEUU instaba a imponer más sanciones al régimen norcoreano. Dentro de este cronograma de hostilades destacan los sucesos acaecidos el 29 de octubre, fecha en la que soldados de ambos países intercambiaron disparos cerca de la línea fronteriza. Finalmente, el 12 del mismo mes, un científico estadounidense declaró que el régimen de Pyonyang estaba enriqueciendo uranio a escondidas para poder ser empleado en armas nucleares.


Corea del Norte: sucesión en el poder y crisis económica
Pyonyang está en una encrucijada. No sabe hacia dónde dirigirse y, por esa razón, se encuentra descabezada, sin un líder que indique el rumbo a seguir. Los recientes problemas médicos de Kim Jong-il han hecho que el segundo presidente de la Corea socialista haya decidido nombrar a su hijo, Kim Jong-un, como sucesor. En este sentido, el previsible líder de Corea del Norte no ha sido muy bien acogido entre las élites militares. Su escasa formación castrense juega en contra ante unos mandos que aún recuerdan al belicoso de su abuelo y Presidente Eterno Kim Il Sun. Por esa razón, Kim Jong-un necesita dar un golpe sobre la mesa y demostrar que no se amedrenta ante sus vecinos del sur.

Otra de las razones que ha podido llevar a Corea del Norte a atacar la pequeña isla surcoreana es la cuestión monetaria. El país podría estar pasando por uno de los peores momentos económicos, sin tener en cuenta la época de grandes hambrunas (1995-1998). El ataque sería así una llamada para la vuelta al diálogo a seis bandas (las dos Coreas, Japón, EEUU, China y Rusia) ya que la radicalización del régimen invitaría al resto de países a convocar rondas de diálogo y a ofrecer a Corea del Norte un canje de uranio enriquecido por combustible y alimentos. Hablamos así de un acuerdo que quedaría supeditado al abandono temporal del programa nuclear.


Poco interés en reanimar el conflicto
Mientras tanto, el resto de países parecen estar poco motivados para elevar el tono del conflicto. En lo que concierne a Corea del Sur, el gobierno del país no quiere enfadar al régimen juche por las consecuencias políticas y económicas que podría conllevar aunque, en un intento de mantener cierto equilibrio, ha movilizado tropas en la isla de Yeonpyeong. En el caso hipotético de guerra, los surcoreanos se ven respaldados por el compromiso firme adquirido por Estados Unidos por el cual defenderían a Corea del Sur ante cualquier ataque norcoreano. Tanto es así, EEUU va a realizar maniobras militares con Corea del Sur, con el ánimo de disuadir a Kim Jong-Il

Por último, en lo que se refiere al resto de agentes presentes en la zona, China no está interesada en que estalle un conflicto entre las dos coreas. En primer lugar porque debería apoyar logísticamente a Corea del Norte; con el consecuente gasto que esto supondría. Pero, en segundo lugar China y no por ello menos importante, porque China no quiere albergar posibles refugiados norcoreanos desplazados como consecuencia del conflicto bélico. Además, su mediación podría elevar al país como una potencia interesada en la estabilidad del continente.

Por su parte, Japón tampoco desea que las cosas se pongan peor. Y es que, en caso de guerra, Corea del Norte podría optar por lanzar misiles a territorio japonés como medida desesperada.

REPORTAJE TAMBIÉN PUBLICADO EN 'MIRADAS DE INTERNACIONAL'

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