Amigos militares



París y Londres han decidido dar un paso más de cooperación conjunta en el ámbito militar. Quienes fueron compañeros de viaje allá por principios del siglo XX durante las dos grandes guerras mundiales, han optado de manera bilateral poner sobre la mesa un pacto que tiene mucho simbolismo dentro de la Unión Europea. De golpe y porrazo, franceses e ingleses han firmado un protocolo armamentístico que no ha debido de sentar muy bien en el seno de la UE ya que esta ha intentado desarrollar desde 1998 una iniciativa de defensa común europea.

El acuerdo de colaboración militar prevé, entre otras medidas, la creación de una fuerza expedicionaria conjunta de unos 6.500 militares, entre los que se encontrarían paracaidistas, marines y miembros de las fuerzas especiales de ambos países. Además, también contempla la realización de ensayos nucleares a partir de 2014 en suelo francés, en unas instalaciones conjuntas situadas en la región de Borgoña. El objetivo final de dicha medida sería recortar gastos en materia militar, aunque también podría tener un carácter simbólico muy peligroso ya que se daría a entender que ambos países quisieran dejar de lado al que fuera su tradicional enemigo en el continente: Alemania.

Consecuencias en la UE
El revuelo que provocará este pacto entre los encargados de seguridad en Europa puede ser más que notable. Por un lado, nos encontramos ante una muestra de la estrategia del nuevo ejecutivo británico que antepone los intereses bilaterales frente a los comunitarios desde la entrada de conservadores y liberales en el gobierno. El euroescepticismo de los tories no es algo nuevo, aunque llama especialmente la atención que los liberales se hayan dejado comer terreno en este ámbito, más aún si se tiene en consideración su espíritu europeísta

En otro sentido, seguramente nacerán algunos resquemores entre determinados países miembros de la UE. Alemania se preguntará por qué no se ha contado con ella para crear un acuerdo militar más amplio que englobara a las principales potencias europeas. Mientras tanto, el resto de países de segunda línea verá, desde la distancia, este tipo de alianzas con cierto resquemor por no tener la posibilidad de entrar en los planes de integración militar.

Por si fuera poco, las instituciones europeas podrían ver frustado un paso más en el proceso de integración europea, que pasa necesariamente por la coordinación en materia de seguridad. Son muchos los retos que afronta la UE como un ente común: terrorismo, narcotráfico, actividades mafiosas... y es precisamente en estos campos en los que debe haber una colaboración más cercana, que pasa necesariamente por una integración militar y policial.

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